

Kinesiofobia… ¿qué? No.
No estamos hablando de ningún tipo de trastorno que nos haga tener un miedo irracional por las tiras de kinesiotape (de hecho, tendríamos que hablar de algo como “kinesiomania” viendo lo adictivas que son para ciertas personas).
La kinesiofobia o miedo al movimiento se define como una preocupación irracional, excesiva y limitante a la realización de algún movimiento físico debido a una sensación de inseguridad o vulnerabilidad ante un dolor o riesgo de lesión.
Donde adquiere importancia este término es en el proceso de recuperación o rehabilitación de una lesión del sistema musculoesquelético. Hoy en día es cada vez más conocida y estudiada la importancia que acarrean muchos factores en nuestro proceso de recuperación:
En el diagrama que os hemos dejado, podemos ver los diferentes factores que condicionan nuestro dolor o lesión. Todos ellos pueden provocar que nuestra recuperación se estanque o que progrese más lentamente. Podríamos hablar extensamente de ellos, pero para eso tendríamos que redactar otro post así que volvamos a la kinesiofobia.
La kinesiofobia entraría dentro de factores psicológicos que van a afectarnos, pero hay que tener en cuenta que ésta también puede verse influenciada, por ejemplo, por nuestras creencias y experiencias propias o ajenas (factor social). ¿Veis que en ocasiones un problema puede volverse más complejo de lo que pensamos? Quizá ahora entendamos porque es tan importante el apoyo externo y nuestra actitud para afrontar cualquier proceso, ya sea de recuperación o algún cambio que queramos provocar en nosotros mismos (este diagrama puede extrapolarse a muchos ámbitos no sólo el deportivo o sanitario).
¿Por qué es tan relevante la kinesiofobia?
Ahora ya sabemos que es y su papel como uno de los factores que pueden influir a nuestra recuperación o rehabilitación, quedaría explicar porque es tan importante (por algo redactaremos este post…) Pues lo cierto es que son varios los estudios que hablan sobre este problema y destacan su relevancia en la salud observándose resultados negativos en dolor, discapacidad o calidad de vida. Veamos la razón detrás de esto.
Los problemas de origen musculoesquelético (es decir de músculos, huesos y articulaciones) tienen el riesgo de cronificarse como tantas otras patologías y, aunque ya se ha avalado la importancia del ejercicio y la actividad física como una forma de mejorar nuestra funcionalidad y nuestra sensación dolorosa, aun hoy en día el sedentarismo (falta de actividad física) sigue complicando el cuadro clínico que podemos padecer.
La kinesiofobia por su parte va a provocar que aparezca miedo a realizar diferentes actividades, lo que va a conducir a que nos movamos menos y que desembocará en más sedentarismo, nuestro peor enemigo.
No nos vamos a extender mucho explicando de nuevo los beneficios del ejercicio y actividad porque hemos hablado de ellos en ocasiones pasadas pero bueno… (es lo mejor, insistimos).
Por otro lado, la kinesiofobia también puede llegar a desencadenar patrones motores alterados que pueden resultar nocivos para nosotros. Esto se produce cuando por evitación del dolor comenzamos a cambiar nuestra forma de movernos o realizar alguna actividad, con el tiempo ese gesto quedará registrado en nuestro disco duro y puede provocar molestias o quizá un empeoramiento de los síntomas.
Todo esto hace más probable que ese miedo irracional al movimiento pueda convertirse en la causa principal de nuestro problema. La falta de movimiento y la incorrecta ejecución de diferentes actividades puede provocar dolor, si el dolor provoca menos movimiento en calidad o cantidad, podéis sacar las conclusiones del tipo de ciclo retroalimentado en el que podemos meternos de cabeza. Sumado a todo esto tendremos falta de adherencia al tratamiento, frustración por no ver resultados, desconocimiento…
¿Qué podemos hacer para combatirla?
La principal solución es el abordaje biopsicosocial de nuestros problemas, es decir, darle más perspectiva y tener en cuenta muchos factores que solemos olvidar. Una forma sencilla es tener a nuestra disposición profesionales de diferentes ámbitos que puedan aportar diferentes visiones y sumar a nuestro proceso.
Dentro del entrenamiento o la fisioterapia es importante marcarse unas objetivos funcionales y reales, la educación con respecto a nuestra forma de comportarnos frente a nuestra situación y el proceso de rehabilitación, por último, una exposición gradual a esos movimientos o ese dolor que nos está frenando para que poco a poco su impacto en nosotros se reduzca.
Para concluir deciros que día a día la experiencia y la ciencia respaldan todo lo que os hemos comentado en este post y son muchas las personas que por miedo y falta de confianza se limitan en su vida. Rodeaos de profesionales cualificados dentro de todos los ámbitos, confiad en ellos, tened claro cómo va a ser vuestro proceso informándoos al respecto e intentad remar en una misma dirección para garantizar la calidad de vuestro abordaje. Y nos os olvidéis, el movimiento es vida ¡manteneos activos¡
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