Quien haya padecido alguna vez dolor en la planta del pie sabe lo insoportable y limitante que puede llegar a ser en tu vida diaria. 

Hoy queremos explicaros en que consiste la fascitis plantar ya que suele ser la causa más común que presentan los pacientes con dolor en el pie (aunque existen muchas otras causas) y nuestras opciones para combatirlo.

¿Qué es la fascitis plantar?

La fascia es una banda de tejido conectivo que en nuestro cuerpo cumple diferentes funciones estructurales, mecánicas y algunas que todavía se están investigando. En nuestros pies existe una banda fascial gruesa que nace en el hueso calcáneo y se inserta en los tendones y falanges proximales del antepié (en la imagen superior lo entenderéis mejor). Su función principal es servir como soporte al arco plantar y reducir las presiones que sufre nuestro pie a lo largo de nuestra vida.

La razón por la que se puede inflamar es variada y multifactorial, es decir, depende de diferentes aspectos que pueden hacer más proclive esa inflamación. Rara vez la inflamación es primaria o por decirlo de otra manera, es el origen del problema. Normalmente la inflamación es secundaria a otro problema previo que la desencadenó. Factores que pueden provocar la inflamación de este tejido son: pie plano, pie cavo, tensión en el tendón de Aquiles, tensión muscular en gemelos o soleo, tensión muscular en los músculos intrínsecos del pie, obesidad, correr, largos periodos de tiempo de pie, mal calzado…

La inflamación nos va a provocar dolor al estar de pie o caminar e incluso a la palpación con nuestras manos puede doler o al menos ser molesta, sobre todo en la cara interna del pie y la zona del talón. Por lo general el dolor se acentuará al pasar de sentados a bipedestación y al comienzo de cualquier actividad que comprometa a los pies.

Para saber si podemos tener una fascitis plantar tenemos que basarnos en los síntomas descritos anteriormente ya que las pruebas de imagen convencionales no nos garantizan un diagnóstico correcto, aunque pueden ayudarnos a identificar estructuras que puedan ser el origen del problema.

En ocasiones, una malformación ósea como un espolón en el calcáneo pueden estar provocando microtraumatismos en la fascia del pie que desemboquen en una inflamación de esta. La ecografía ha demostrado ser algo más esclarecedora en este aspecto, pero su interpretación puede ser controvertida.

FASCIA PLANTAR – FIG. 1 Luffy, L., Grosel, J., Thomas, R., & So, E. (2018). Plantar fasciitis: A review of treatments. Journal of the American Academy of PAs, 31(1), 20-24.

IMAGEN DE RESONANCIA DONDE PODEMOS APRECIAR LA INFLAMACIÓN EN LA INSERCIÓN DEL CALCÁNEO – FIG. 3 Luffy, L., Grosel, J., Thomas, R., & So, E. (2018). Plantar fasciitis: A review of treatments. Journal of the American Academy of PAs, 31(1), 20-24.

¿Cómo puedo tratarla y prevenirla?

El 70-80% de los casos responden bien a un tratamiento conservador, es decir, evitando cirugías y por lo general, el tiempo suele ayudar en las fascitis con buen pronóstico. Lo primero que debemos hacer es tratar de identificar el origen del problema, lo que ha ocasionado la aparición de la fascitis.

Muchas veces esto resulta complicado porque la aparición de síntomas no es inmediata y puede tratarse de un evento de meses de evolución. Corregir malos hábitos o factores biomecánicos que puedan estar repercutiendo sobre la fascia del pie va a ser el primer objetivo del tratamiento y probablemente, lo que nos garantice los mejores resultados.

Otra de nuestras mejores opciones más económicas y sencillas es el estiramiento de la fascia plantar. Esto se puede realizar de diversas formas, tanto un estiramiento clásico del tendón de Aquiles como un masaje de la planta del pie van a generar el movimiento y estiramiento de esta fascia. Además, como vimos antes, existen músculos que pueden estar relacionados con el dolor en la planta del pie, como los gemelos o la musculatura intrínseca del pie. Estirar estos músculos también puede generar un alivio de la sintomatología y tratar el problema de origen.

No debemos olvidar que si los músculos son sensibles de tratamiento y pueden ser el origen primario del problema debemos mantener un adecuado tono muscular y fuerza para prevenir la aparición de esta inflamación en el futuro e incluso para tratarla mientras está presente. Un mal balance muscular o la debilidad de la musculatura intrínseca del pie puede generar tensiones en la fascia durante nuestro día a día que terminan con la lesión de esta. Otra de las primeras vías de tratamiento debe ser por lo tanto el abordaje de la musculatura tanto por su relajación como su fortalecimiento.

Un recurso muy utilizado y que muestra grandes resultados es la utilización de ortesis que favorezcan el estiramiento de la fascia y limiten la flexión plantar o corrijan una excesiva pronación del pie. Estas ortesis y su uso siempre deben estar pautadas por especialistas en ortopedia o podólogos. Siempre que podamos recomendamos ganar independencia de este tipo de accesorios que, si bien pueden ayudarnos mucho al principio, el objetivo debería ser poder vivir sin ellos. Por todo esto no son la primera opción de tratamiento, aunque los consideremos un recurso valioso.

Por último, otras opciones de tratamiento son ondas de choque (que pueden conllevar un riesgo alto de dañar la fascia), inyecciones de PRP (plasma rico en plaquetas) o la cirugía, aunque esta no se suele utilizar a no ser que el dolor se prolongue más de medio año y tampoco garantiza resultados.

Conclusión

Debemos tener en cuenta siempre todas las vías de tratamiento, pero también nuestro camino a seguir. Nuestro objetivo debe ser el tratamiento conservador y para ello primero identificar el origen del problema y tratar la fascia con estiramiento y ejercicio, ya que se ha comprobado que la mayoría de los casos mejoran significativamente sólo con esto. Por último, si todo esto falla se podrán considerar diferentes vías de tratamiento.

La paciencia y confianza en los profesionales que nos estén ayudando a combatir este problema va a ser fundamental, ya que el tratamiento puede ser más largo de lo que desearíamos.

El ejercicio y los buenos hábitos van a prevenir la aparición de esta indeseable lesión, así que pongámosle remedio antes de que aparezca cuidando nuestros pies, que al final soportan el peso de nuestra rutina diaria.

REFERENCIAS
1. Luffy, L., Grosel, J., Thomas, R., & So, E. (2018). Plantar fasciitis: A review of treatments. Journal of the American Academy of PAs, 31(1), 20-24.

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